Dedicado a todos aquellos maestras y maestros que sostienen a la educación con compromiso, trabajo, convicciones e ideales, todos los días en las aulas argentinas.
La señorita Silvia estaba cansada. Son horas y horas, días y días, meses y meses, años y años de compromiso docente.
Son actitudes conceptuales, procedimentales, actitudinales y conceptos procedimentales que se repiten y renuevan cada vez. Es el constante sentimiento por los chicos, el tener que una vez y otra vez, "estar en todas", para que los chicos, el "futuro de la patria" aprendan en el mejor de los climas posibles, estén alimentados, limpios y bien tratados.
¡Y ellos eran muchos, y ella es una sola!
La señorita Silvia se preguntaba si dentro de algunos siglos, los libros no describirán a los maestros de hoy como seres paranormales, robots multiuso, superhéroes llegados de otra galaxia para hacer el bien.
La señorita Silvia se preguntaba en qué momento había tomado todas esas responsabilidades a su cargo.
Cuándo fue que pasó de sentirse "una educadora" a que "la suerte del universo en general, y de cada uno de los 22 habitantes de edad escolar que día a día poblaban su aula, en particular, dependían de ella".
La señorita Silvia se preguntó si alguien se lo advirtió, alguna vez.Si en algún aula existía, grabada en letras de bronce "Lasciate ogni speranza, vuoi ch'entrate" (o sea, perdé toda esperanza, si entrás aquí) o, sin tanta tragedia, "Aquí no hay recreo ni en el recreo".
La señorita Silvia estaba cansada, y con su cansancio a cuestas se dirigió al aula. Allí la esperaban "sedientos de saber, hambrientos de conocimiento, ahítos de cultura"-según las palabras que recuerda de la directora de la escuela en la que ella misma estudiara, hace ya tanto tiempo-sus alumnos, los niños.
¿Es la niñez su ilusión y su contento, la que al darle el saber le diste el alma? Se preguntaba la señorita Silvia, recordando con una sonrisa cuando, en su misma infancia, intentó, sin éxito, analizar sintácticamente esa oración:"era casi tan complicada como "yerga el ande", se dijo. Pero la sabíamos todos.
La señorita Silvia no lo dudó más (en realidad, jamás lo había dudado, simplemente iba despacito, pero no porque tuviera dudas, sino para descansar un poco), y entró.
La recibieron sus queridos alumnos:
-Seño,¿nos puede explicar cómo nacen los chicos?
-No, seño, mejor explíquenos qué debe hacer una pareja que todavía no quiere tener hijos!
-Seño,¿cómo era la vida en la antigua Atenas?
-No seas bestia, Juli, no se dice Atenas, se dice "Antenas".
-Vos sos un cuadrúpedo imberbe, Joaquín, son dos cosas diferentes-
-¿Diferentes?
-Si, no tienen nada que ver.
-Las antenas sí que se usan para ver...la tele!!!
-Seño,¡Por qué las personas no tenemos antenas?
-Seño, ¿Por qué se extinguieron los dinosaurios?¡Me encantaría tener uno de mascota!.
-Seño, ¡me puede explicar el Peorenema de Titágoras!
-¡Joaquín...-dijo la dulce Julieta-es el "Problema de Chicágoras"!
-Seño, yo quiero saber por qué no ladran los gatos...
Y la señorita Silvia sintió que estaba todo muy claro que ese era su compromiso. Seguir escuchando sus preguntas de siempre, y ayudarlos a encontrar...otras preguntas.
Por Rudy
Fuente: El Monitor-Noviembre 2010-Nº 25-
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