María de Todos los Santos Sánchez de Thompson y Mendeville
Fue una mujer de gran decisión porque se rebeló contra el mandato familiar en una época donde era casi imposible siquiera pensarlo. Se casó por amor y desde su posición social (“gente decente”) se unió a la causa de Mayo y siguió siempre ligada a los movimientos políticos y culturales.
Nacida en Buenos Aires el 1 de Noviembre de 1786. Hija única de una familia adinerada; el padre Cecilio Vázquez, granadino; la madre porteña, Magdalena Trillo. Tenía desde la cuna asegurada su pertenencia a la “gente decente”; o a esa tan peculiar “aristocracia criolla”.
Pudo ser una señorita más dedicada a las labores destinadas a las mujeres de su clase, casarse como arreglaron sus padres, con un hombre mucho mayor que ella, de fortuna y español de nacimiento, don Diego del Arco, vinculado lejanamente con la nobleza ibérica.
Los aires de la libertad que andarían rondando la aldea de Santa María de los Buenos Aires, además de expulsar las dos invasiones inglesas (1806/7); reunirse en jabonerías, leer libros “revolucionarios”; pasar por Universidades de “avanzada” como la de Chuquisaca, e instalarse en los sentimientos de la “plebe”.
Anidaron también en la cabeza de esta niña (tenía 14 años) porque a esa edad se acostumbraba casarlas; lo que lleva a pensar que no es para escandalizarse hoy porque San Martín se haya casado con Remedios cuando esta tenía quince.
Costumbre que perduró, lo mismo que “arreglar” entre los padres el casamiento de sus hijas, por lo menos en esa clase social hasta los primeros años del siglo XX.
Pero decíamos esos aires libertarios, con ideas tan novedosas como casarse por amor fue una ocurrencia de Mariquita y su primo segundo Martín Thompson. Ella el mismo día en que la familia organizó el compromiso con Del Arco (que finalmente se quedó sin la niña y sin la dote) ambos recurrieron al virrey Sobremonte para que impidiera aquello que sus padres querían obligarla a hacer. A través de un “juicio de disenso” y de haber sido recluida en un convento, un año después el 29 de Julio de 1805, los enamorados concretaron su boda. Fueron felices, no sabemos si comieron perdices, pero si que tuvieron cinco hijos.
A partir de esos momentos se convirtió en una anfitriona de lujo de la causa patriota; en su salón se debatía de política y también de literatura, ella era hospitalaria graciosa, inteligente y tenía una aureola de osada. Allí se entonaron por primera vez las estrofas del Himno Nacional y fue Mariquita con su dulce voz quien lo hizo. Sintetizando en su salón fue recibida a través de distintos representantes toda la Logia Lautaro.
Podemos decir que fue una mujer de gran decisión porque se rebeló contra el mandato familiar en una época donde era casi imposible siquiera pensarlo. Que desde su posición social se unió a la causa de Mayo, siguió siempre ligada a los movimientos políticos y culturales. Dirigió, por pedido de Rivadavia la Sociedad de Beneficencia, tuvo una especial preocupación por la educación de las mujeres, tema que la llevó a polemizar con Sarmiento.
Por esa osadía y también por su posición social fue una de las pocas mujeres de su época que discutió de igual a igual con muchos de los hombres que figuran en la historia.
En una de sus cartas a su hija Florencia escribía “mujer que tiene pasiones, tiene mérito y, sea de la clase que sea, tiene corazón y es lo que aprecio”. Toda una definición y un resumen de su propia vida.
En 1820 quedó viuda y se casó con un francés Washington Mendeville, con quien tuvo un hijo, pero no fue nada feliz y se separaron de hecho, poniendo como excusa de esto las funciones diplomáticas del esposo.
Se exilió a Montevideo durante el gobierno de Don Juan Manuel de Rosas, al que sin embargo unía unas estrecha amistad, considerándose casi como hermanos, también allí hay una interesante correspondencia entre ambos.
Después de Caseros regresó a Buenos Aires “la tierra de mis lágrimas” como la definió y siguió ocupándose de la Sociedad de Beneficencia y de su salón.
Falleció el 23 de Octubre de 1868 a los 82 años, quizá por sus características un antecedente de Victoria Ocampo (por pertenencia social, libertad personal y preocupación por la cultura).
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