domingo, 28 de agosto de 2011

DÍA DEL MAESTRO: DISCURSO



Hoy nos reunimos para recordar el Día del Maestro, una de las fechas que más moviliza afectivamente a los que estamos de este lado del aula.


Sin duda no hay argentino que haya contribuido más al desarrollo de la educación que Domingo Faustino Sarmiento. Durante su Presidencia  se propuso elevar el nivel social de amplios sectores de la sociedad a partir de una fuerte acción educativa impulsada por el Estado.









En ese entonces la educación era privilegio de un sector muy reducido de la sociedad, perteneciente o muy estrechamente relacionada con la clase dominante. Sarmiento abogó por una educación popular: “Lo que necesitamos primero –dijo– es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.

Domingo Faustino Sarmiento fue un importante intelectual de la vida cultural y política de nuestro país, político, pedagogo, escritor y presidente, además de ser el responsable de la reestructuración del sistema educativo : es impulsor de la Ley de enseñanza pública y gratuita. 

Es por ello que en 1943, a 55 años de su fallecimiento, la Conferencia Interamericana de Educación -integrada por educadores de toda América- se reunió en Panamá y estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro.

A pesar de que existen algunas controversias respecto a la figura de Sarmiento, es interesante insistir en su valoración de la educación como agente transformador de un país. Entendía que el fortalecimiento de una identidad desde la escuela era la manera de reunir una sociedad dividida culturalmente y (si bien eso implicó la desvalorización de ciertas particularidades) no estaba equivocado.

La magnitud y alcance la obra educativa de Domingo Faustino Sarmiento solo se entiende cuando se la considera en el contexto de su modo de pensar la realidad Argentina de su época, como un conflicto entre civilización y barbarie. 
La educación se revela como el aspecto más luminoso del “Maestro de la Patria” que contrasta con otros aspectos más polémicos y antipopulares de su accionar político. No obstante, la figura de Sarmiento ha trascendido su propia historia y hoy se ha convertido en un símbolo del gigantesco esfuerzo que miles de docentes argentinos desarrollan día a día.

Hoy, mientras nos asustamos observando el desmembramiento de la sociedad, sería interesante que aprovechemos el espacio que nos brinda la escuela para abrir los ojos un poco más y reflexionar sobre la posibilidad de revertir esta situación. 

No olvidemos que la historia se mueve no sólo por las grandes figuras, sino también por el pequeño gran esfuerzo de cada uno de nosotros, allí radica nuestra responsabilidad.
Porque trabajando día a día entre docentes y alumnos podemos comenzar a construir una nueva realidad que nos resulte más feliz, pensando en aquello que nos caracteriza y nos reúne para valorizarlo y afianzarlo como base para la construcción de algo más .

Por eso es importante que hoy, además de recordar a Sarmiento y saludar a los docentes, veamos qué podemos hacer por nosotros mismos y nuestro futuro. 

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